Alexander en el Real Murcia-Recre (Foto J.L.Tenor)
Cuando el pasado domingo tras acabar el Recreativo-Sporting, Alexander dijo
en rueda de prensa que se quedaba porque estaba muy a gusto en el Recre, todos
cerramos el debate. Pero de debate cerrado nada de nada, dado que en el fútbol,
como en todos los órdenes de la vida, la plata manda, como dicen los
sudamericanos. Y la plata ha convencido al argentino para que abandone Huelva y
se marche a un equipo de menor nivel que el Recre.
Ya es oficial. Esta
tarde, el Recreativo de Huelva y el Brondby han oficializado la cesión de
Alexander al Brondby danés, por una temporada.
Una cesión que podría dejar
al Recre en torno a cien millones de las antiguas pesetas (600.000 euros). Hay
una opción de compra de un millón y medio que no llegará a concretarse, dado que
a Alexandre sólo le quedaría un año de contrato cuando acabe la presente
temporada, por lo que esa cantidad jamás la pagaría el club danés.
La pregunta en la calle
está hecha: ¿ha sido rentable la operación?
Digo que en el momento en
que un jugador quiere marcharse de un club, éste no tiene más remedio que
negociar su salida. Lo hemos visto con
Gareth Bate en el Tottenham.
Alexander no ha querido
quedarse en el Recre y punto. No hago una crítica de su deseo de querer salir
del club, dado que cuando el ofrecimiento de la cantidad mensual a percibir
triplica la actual, entiendo que el chaval haya querido progresar económicamente.
Y digo que sólo económicamente, porque deportivamente, la liga danesa está muy
por debajo de la Segunda División española.
No debe haber preocupación
en el Recre. No se ha ido Messi, se ha ido un futbolista en progresión, pero no
un jugador insustituible.
En el club poco han
podido hacer por retenerle, dado que cuando un futbolista se quiere ir, la
experiencia me dice que hay que facilitarle la salida. Lo hemos vivido con
Uche, Sinama, Colunga, Javi Fuego…En definitiva, un jugador de fútbol no es más
que un trabajador que marcha al lugar que más le pagan.
Esto es así de simple.
Por esa razón, lo del amor a los colores que muchas veces manifiestan algunos
jugadores, no se ajusta a la realidad. Cada vez que vean a un jugador besar el
escudo de un club, llámenle comediante.