Artículos de Paco Morán

martes, 15 de abril de 2014

Nula rentabilidad

Javier Tebar y Pablo Comas (Foto: J.L.Tenor)

El Deportivo ha tenido que hacer otra ampliación de capital de seis millones de euros para tapar agujeros. Si nos paramos a pensar en la deuda del Real Zaragoza, mejor no hacerlo. El Xerez llegó a desaparecer. Las deudas de los clubes ahogan su economía.
Hace dos años cuando el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, decide vender el Recre, escribí un artículo en el que explicaba que ni aún regalándomelo, me haría cargo de este marrón. Hoy dos años después, digo que si Pablo Comas me intenta regalar el Recre, le diría: no gracias.
Vuelvo a insistir y no es la primera vez que lo hago, que un club en Segunda División es una ruina. Nadie me he podido explicar algo diferente.
Pudiera pensar usted que tal vez bien gestionado un club, podría dejar algo de dinerito en la cuenta corriente al final de la temporada. No. Estos son habas contadas y por mucho que las cuentes siempre saldrá la misma cantidad. Estas cuentas únicamente pueden cambiar con un traspaso -cada vez menos viable- o un ascenso a Primera.
El millón doscientos mil euros de la televisión, los dos millones de los socios y poco de publicidad. No hay más ingresos. Y sobre todo en una ciudad como Huelva. Un 34% de paro y un tejido empresarial en crisis permanente.
Cada propietario de un club en Segunda está obligado a meterse la mano en la cartera para ir metiendo inyecciones económicas cada año. Lo estamos viendo con las ampliaciones de capital que se están produciendo en los clubes.
El Recreativo no es la gallina de los huevos de oro. Y si no asciende a Primera, Gildoy España tendrá que volver a meter dinero en la cuenta corriente de la entidad para seguir sobreviviendo.
Estos 24 años en la radio, y casi todos ellos metidos en la vorágine de la Segunda División, me han permitido conocer la idiosincrasia de muchos clubes en esta categoría cada vez con menos ingresos. Conversaciones con presidentes, secretarios técnicos,  jugadores, entrenadores…En definitiva, viajando se absorben cosas.
Sólo hay que aplicar el sentido común y hacer las cuentas de las viejas para saber que no salen por muchas vueltas que se le den a los números. 

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