Artículos de Paco Morán

lunes, 2 de marzo de 2009

Un jugador honesto

Aitor Tornavaca
La honradez profesional de un jugador de fútbol o de cualquier otro deporte, está por encima de las virtudes varias que cada deportista pueda tener. Valoro mucho más una actitud que una aptitud. Cuando un jugador da de sí todo lo que tiene, se le puede perdonar todo, y de hecho, los aficionados así lo reconocen. Casos en el decano puedo dar varios hasta donde me alcanza el pensamiento de cuando vi jugar al Recre por primera vez. Si me ubico en 1973, en aquellos primeros partidos que mi conciencia alcanza, veo a Paco Dorrego como fiel exponente de la honradez de un jugador. Dorrego no tendía mucha calidad en su fútbol, pero cada partido era una pugna con sus condiciones para no perder el puesto. Era siempre titular merced tal vez a su única virtud, la honradez y la entrega. Ha habido muchos más jugadores albiazules que duda cabe, pero siempre es él, el elegido para enseñar a todos los aficionados lo que ha de ser un jugador honrado.
No voy a dar un rosario de nombres con pasado recreativista, paso por la historia para ubicarme en el presente del Recreativo para poner a otro de esos jugadores que depositan en la honradez su mejor virtud. Aitor no es que esté exento de calidad, si bien su entrega y disciplina está muy por encima de otras condiciones. Son casi cinco años en el Recreativo y desconoce el banquillo salvo en contadas excepciones. Siempre ha sido titular. Y cuando la trayectoria de un jugador esta marcada por la titularidad permanente y su curriculum de lesiones está casi vacío, estamos hablando de un jugador muy rentable. Aitor Tornavaca lo es. No es de los que más cobran en el Recreativo, pero si de los más provechosos por los partidos que ha jugado en estos cinco años.
Es disciplinado, tácticamente entiende todos los mensajes y además hace vestuario. Ante el Málaga y trascurrido varios minutos volví a ver detalles suyos que me han llevado a escribir este editorial sobre el vitoriano.
Porque no solo de las críticas negativas vivimos en la radio. Cuando un jugador, un equipo, un entrenador o un presidente merecen un aplauso, yo se lo doy.
Hoy por hoy toda la trayectoria albiazul de Aitor es plausible y yo me levanto para hacerlo. No quiero que mi mensaje se pierda como el del predicador que lanza cada día su recado en el desierto. No quiero ser el cosmonauta perdido por la nada del infinito. Por no considerarme, no quiero sentirme con este editorial como el cantante que le silban a terminar una actuación desastrosa. Entrego estas letras como semillas que espero no caigan en la roca del desprecio. Sé que germinará, si bien también entenderé que podrá usted tener puntos convergentes o divergentes conmigo.
Pero creo que como en tantas ocasiones he coincidido con los viejos recreativista en señalar a Paco Dorrego como sinónimos del pundonor, ahora entre los más noveles recreativista creo que van a coincidir en aprobar que Aitor sea un jugador honrado.

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