Artículos de Paco Morán

miércoles, 8 de abril de 2009

La crucifixión de Alcaraz

Un vía crucis es por el que está atravesando el Recreativo en esta semana de pasión. Una plaga de lesiones está dejando al plantel con pocas opciones de dar el sorpresón en el Camp Nou. La importante baja de Colunga deja al Decano sin fantasía para afrontar ese partido. Hasta siete jugadores en el dique seco que no podrán emular el sábado en Barcelona la entrada de Jesucristo en Jerusalén. Beto y Zahinos que siguen el proceso de recuperación de sus respectivas lesiones. Morris con amigdalitis. Adrián Colunga tiene bronquitis y proceso febril agudo. Por otro lado, Iago Bouzón padece una sobrecarga en al abductor mediano de la pierna derecha. A Javi Guerrero le vemos con una contractura en el Sóleo. Y para seguir el calvario, Javi Fuego tiene una sobrecarga en el recto anterior.
Con este panorama, Lucas Alcaraz seguirá siendo el hombre, que como Jesucristo, seguirá su sendero buscando Getsemani, el jardín donde Jesús oró la última noche antes de ser crucificado. Allí, dentro de la ciudad de Jerusalén, donde cerca del jardín se encontraba la Iglesia de todas las naciones, también llamada la Iglesia de la agonía. Y aún le queda a Lucas tener que oír, como Jesucristo, los gritos de la plebe antes de llegar al Monte del Calvario. Gritos insultantes de quienes no reconocen su gran trabajo.
Él seguirá caminado como Jesucristo llevando sobre sus hombros la plaga de lesiones, la cortedad de una plantilla hecha en función a un pobre ingreso, la dificultad de jugar en la mejor liga del mundo…Pero ahí, apareceremos los que sabemos que su causa es justa. Emularemos a María Magdalena y secaremos con nuestras palabras la sangre que sobre su labor ponen los que desconocen su trabajo y del material humano con el que cuenta para seguir hacia el monte de la crucifixión.
Sobre su duro camino, el recuerdo de cuando un domingo lejano al de Ramos, él llegó con su ilusión puesta en salvar la esperanza de una afición que había visto como su equipo iba a la deriva. Obró el milagro de los panes y los peces y puso el descenso a siete puntos. Pero la plaga arbitral se extendió para contaminar la clasificación.
Ya no hay marcha atrás. Lucas sigue recibiendo los latigazos en su tortuoso sendero. No es que haya en la ciudad muchos clones de Barrabás, pero los pocos que hay siguen atizando con el látigo de manera feroz sobre su espalda. Pero él como Jesucristo es capaz de morir y resucitar al tercer día. Lucas es capaz de volver a llevar al equipo a la zona de los verdes campos sin tener que subir y bajar del cielo. Yo sigo teniendo fe, porque el domingo de resurrección no llegará hasta los últimos días de mes de mayo. Si así no fuera, mi escalera está preparada para bajar del madero al injustamente tratado, mejor entrenador de la historia del club Decano.

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