En la radio, al
contrario que en la televisión, una imagen no vale más que mil palabras. Pero
si se pueden poner imágenes a las palabras. Por eso, quiero poneros en la cola
de este editorial, la narración de los dos últimos minutos de la semifinal que
CB Conquero jugó contra Girona.
Han sido de los mejores
momentos que he vivido narrando un evento deportivo. Ha superado incluso aquel
instante en el que el Recre llegaba al Martínez Valero para jugar la final de
la Copa del Rey en 2013, siendo recibido por más de 5.000 aficionados en la
explanada del estadio.
La emoción, es un
sentimiento que puede formar parte de varios momentos en la vida del ser
humano. Y esto no se produce por generación espontanea, sino que algo debe
provocar una lágrima, un escalofrió por la espalda, un llanto…En definitiva,
emocionarse por algo.
Y si uno se ha
emocionado en este fin de semana, fue por muchos factores que ‘acompañaronme’,
como diría el asturiano.
Primero
porque fue un privilegio que el baloncesto me diera la oportunidad de estar en
el núcleo del evento. El fútbol debería aprender de este deporte en cuanto a
organización y facilidad a los medios. A parte de los 150 euros que me cuesta
narrar cada partido del Recre, muchas veces cubrir la información a ras de
césped en los estadios de Segunda, es más difícil que entrar en el despacho del
dictador coreano, Kim Jong.
En esta final de la Copa de la Reina,
aparte de no exigirnos ni un euro a las emisoras de radio, todo han sido
facilidades.
Porque cuando uno puede estar con un micrófono
a tan solo medio metro de un entrenador y vive lo que vive, uno debe ser de
hielo para no emocionarse.
Gaby Carrasco me emocionó por su forma de
enfatizar lo que quería decir en cada tiempo muerto. Porque lo vive. Porque nos
dejó a los oyentes de la radio y a sus jugadoras, frases para enmarcar. Podrían
parecer freses simple, pero tenían mucha profundidad en el cómo las decía y
cuándo las decía. Quiero ensalzarlas.
‘Estamos en esta final y no porque nos
hayan invitado, sino porque hemos pagado nuestro precio para estar aquí’.
Sublime.
Fueron muchas en estos dos partidos. Pero
la de ayer cuando el equipo iba ganando de siete puntos, dijo Gaby: ‘Para ganar
esta final hay que tener muy poca vergüenza’. Grandilocuente.
Y uno quiere dar las gracias a la facilidad
dado por la organización. Si. Porque pude estar cerca para contar a los oyentes
que una jugadora llegó incluso a vomitar en el banquillo cuando su cuerpo le
decía que no podía más, mientras su mente quería más.
Y uno tenía que emocionarse porque toda
una subcampeona del mundo como Licila Pacua, lloraba desconsolada por no haber
ganado la final. Y como una tras otra no paraban se secar sus lagrimas.
Pero esto no queda aquí, dado que lo mejor
está por venir. Queda un play-off por el título que en condiciones normales
Conquero jugará.
El baloncesto está en deuda con este
equipo. Ganar la liga, ¿es una utopía?
Ya se puede esperar todo de este equipo
aunque otros tripliquen su presupuesto.
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