Momento culminante del partido tras el gol de Álvaro Antón (Foto: J.L.Tenor)
Cifuente celebra su gran gol (Foto: J.L.Tenor)
Álvaro Antón tras acabar el partido felicitado por Cifu (Foto: J.L.Tenor)
Sergi dando instrucciones (Foto: J.L.Tenor)
Ha
sido una cuestión de honor. El empate ayer ante el Lugo fue de los mejores
momentos vividos en los últimos años en el Colombino. El Recre empató porque
sus jugadores tuvieron sangre y huevos. Desde el último ascenso en Soria hace
siete años, no había sentido tanta emoción. Ver a la gente emocionada en la
grada fue para mí una trasfusión contagiable ante tanto valor, sudor y entrega
de los jugadores. Ni el tipo más frío de la tierra podría permanecer inmóvil
ente tal remontada. Incluso al técnico, Sergi, le vi emocionado en la rueda de prensa.
Es Sergi un tipo frío que cayó a los pies de una afición a la que culpó de la
remontada. Cierto es que los catorce jugadores se dejaron el alma, pero cierto
es también que con un injusto 0-3 al descanso, los recreativista despidieron al
jugador con un emotivo aplauso.
Este
acto de confianza tal vez hiciera reaccionar el futbolista tras la reanudación del
partido. Sergi dijo que esa despedida de la afición a sus jugadores fue la
clave.
Hay
aficiones, como la del Sevilla o del Barça, que aplauden y se emocionan con una
caño o una pared. En Huelva, como llevamos 124 años viendo fútbol, la gente se emociona
cuando un jugador entrega su corazón a unos colores. Eso fue lo que ayer la
gente de Huelva valoró del equipo. Aún habiendo perdido la reacción hubiese
sido igual.
Fueron
unos 45 minutos cargados de escenas que se pierden ante tanta turbación. El
tercer gol, la piña en el banquillo, la gente llamando a la radio emocionada…En
definitiva, fue la locura personalizada en un partido en el que más que perder dos puntos, el Recre ha
ganado un plus de confianza extremo. Quien no se crea que este equipo sea
candidato al ascenso, pierde el tiempo en un pensamiento inocuo.
Tras
lo de ayer, yo sí que creo que es posible dar el salto de categoría.