Cheche en la ciudad deportiva (Foto: J.L.Tenor)
Hay días en la semana, por ejemplo como este, que me apetece hablar de los que nunca hablan ni jamás salen en prensa. Días como estos en los que se despierta la sensibilidad que todos llevamos dentro. Voy hablar de Cheche sobre el terreno del día a día que viene ejerciendo. Así durante 30 años al servicio del club Decano. Hombres como este nos permiten confiar en el ser humano. Me criaron con principios morales comunes y normalizados, si bien esa normalización no se tiene en cuenta. Por eso cuando veo el compromiso en la sombra de Cheche, vuelvo a confiar en los valores humanos y en la honradez del hombre. Y confío en que se puede ser muy cabal hasta términos inimaginables Y creo, porque detrás de Cheche hay una buena persona en la que el vestuario puede confiar. Cuando era niño, madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos…En definitiva, el ser humano era una autoridad desde todas las vertientes, personas dignas de respeto y consideración. Pero no siempre los comportamientos de las personas merecen el respeto. Con Cheche firmo la parte opuesta de esta definición.
Desde mi llegada al entorno del club, conocí a Cheche y comprobé su comportamiento. Veía a un hombre que sabia estar en su sitio, y con el paso del tiempo sigue estando en su sitio como una tumba de la que nada sale. Es Cheche, un hombre que cuanto más viejo va siendo más afecto y respeto se gana de cuantos le rodean. En Cheche es imposible encontrar una respuesta maleducada.
Su trabajo arranca a la siete de la mañana y acaba cuando el Sol cede el infinito a la Luna. Creo que ya es hora de que le liberen de trabajo. No tiene el sueldo de los jugadores, ni está en la radio de manera diaria, ni su foto aparece en la prensa, pero hoy he querido pasar de los jugadores para refugiarme en una buena persona. Hoy el cuerpo me ha pedido enseñar al recreativismo que Cheche también entrena y juega cada partido.
En estos tiempos que corren, y cuando los profesores son maltratados en las aulas, los comerciantes amenazados por traficantes, cuando vemos rejas en nuestras ventanas y puertas, cuando vemos a los terroristas gobernando con la ley del miedo, me gusta mostrar a veces la cara positiva de los seres humanos, y en esta ocasión la cara amable de Cheche merece este editorial. Hombre con valores que no son materiales que se cotizan en el mercado de invierno. Quiero en el ser humano la rectitud de carácter, la cara limpia y la mirada a los ojos. Quiero que algunos jugadores se miren Cheche para conocer la vergüenza, el trabajo y la solidaridad.
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